La mañana del 24 de agosto las agencias de noticias comunicaron finalmente que el ejército turco había lanzado una operación militar, “Euphrates Shield” en el norte de Siria. El objetivo era la ciudad de Jarablus controlada por el ISIS. Pero fuentes del Partido de los trabajadores del Kurdistán (PKK) revelaron que en realidad sería una combinación de los yihadistas y Erdogan. Los milicianos fundamentalistas de hecho habrían evacuado la zona entre Jarablus y Azaz antes de la llegada del ejército turco, un detalle inusual ya que los terroristas nunca han abandonado una ciudad sin combatir.
Días después de la liberación de la ciudad siria de Manbij por las Fuerzas democráticas de Siria (FDS), Turquía reacciona con este paso. La Confederación de comunidades de Kurdistán (KCK) después del atentado suicida de Dîlok había alertado respecto al hecho de que el régimen de Erdogan lo habría usado como pretexto para entrar en el norte de Siria. Escenarios adecuados para legitimar una intervención en el país vecino ya habían sido diseñados hace 2 años por los servicios secretos turcos.
La entrada del ejército turco en el norte de Siria apunta directamente contra las conquistas de la población de Rojava, el Kurdistán sirio. Ankara ya había hecho saber que su objetivo en la región no sólo era el Daesh sino también esta particular administración autónoma. Se da por descontado que Turquía establece grupos armados de su agrado en la ciudad fronteriza a Jarablus para tener influencia en la guerra sobre la guerra civil en Siria. Colabora con grupos del Frente Islámico en Siria que a su vez colaboran con el Frente Al-Nusra, filial de Al Qaeda.
Desde la agencia de información kurda Murat Karayilan, del Comité ejecutivo del PKK, declaró que el objetivo de la operación Jarablus es Rojava y que la operación podría transformarse en una guerra entre el pueblo kurdo y el estado turco en territorio sirio. La ciudad fue entregada a grupos afines como parte de un acuerdo con el Daesh y la UE bien debería estar preocupada, ya que los yihadistas podrían extenderse más libremente por el continente vía Estambul. Daesh y Al-Nusra siempre han estado en contacto.
El mismo Erdogan ya ha puesto de relieve el objetivo racista del AKP, el partido islamista con el que detenta el poder: los kurdos sirios. Los funcionarios turcos frecuentemente han citado al PYD, pero éste es una organización política de Rojava y desde luego no el único administrador de los cantones en que conviven comunidades, grupos religiosos y decenas de organizaciones kurdas. Es una operación desarrollada contra los kurdos, la democratización de Siria y los avances sociales de Rojava.
El Kurdistán sirio es una población de 3 millones, la facción más pequeña de la sociedad kurda y han sufrido la represión del régimen Ba’ath en los últimos 50 años. Es ahora una federación inmersa en Siria pero con gente proveniente de varios pueblos y culturas. Erdogan ha prometido a al-Assad, después del abrazo con Putin, que Siria será una federación pero sin kurdos. El comité ejecutivo del PKK alertó que el estado turco ataca sin escándalo de la comunidad internacional la experiencia de Rojava después de que Daesh fuera derrotado en Kobane y otras ciudades kurdas.